Javier de Viana

Vivió Viana entre los dos siglos: nació en Canelones, en 1868 y murió en La Paz en 1926, de modo que pudo ser, no sólo cronista, sino testigo y aún actor de las contiendas políticas de la época y de sus extremas instancias revolucionarias. En efecto, ya era Viana conocido como su autor, precisamente de algunos de sus mejores relatos (los que aparecieron en Campo, en 1896), cuando, en 1904 publicó "Con divisa blanca". Pero ya antes había publicado, en 1891, con el título de "Recuerdos de una campaña", los artículos que luego fueron recogidos en libro y publicados por J.E.Pivel Devoto, con el título de "Crónicas de la Revolución del Quebracho", que son sus recuerdos de la campaña de 1886, en la que intervino.

Su participación activa en la vida pública de ese período de nuestra historia fue decisiva para él en más de un sentido: por un lado le permitió llegar a tener un excepcional conocimiento de la vida de nuestro campo en momentos en que tanto sus virtudes como sus defectos resultaban hipertrofiados por la pasión política y por la guerra, y, por otro, modificó su propia vida, ya que, arruinado por los acontecimientos de 1904, se vio obligado a vivir, en adelante, de su pluma.

Es un lugar común de la crítica sobre Viana, señalar cómo su obra debe ser considerada en dos grandes rubros: el de las obras publicadas antes y el de las publicadas después de 1904. Las primeras, son ciertamente obras mayores que recogen en una formulación de exigente calidad literaria, la excepcional experiencia que de nuestra realidad tuvo Viana: son los cuentos de Campo -1896- y de Gurí -1901-, la novela Gaucha -1899- y Con divisa blanca, de 1904. En ellas el mundo bravío y áspero de nuestros hombres de campo del 900, su violencia, su miseria y su grandeza; el heroísmo que se hermana con la crueldad o la soberbia; la pasión política, que es a la vez lealtad y barbarie, son los motivos más salientes de su obra, aunque también desarrolla en ella, escenas características de la vida privada aunque siempre en el ámbito agreste y primitivo del mundo rural.

Pero después de este período, durante el cual realizara su obra con cuidadosa dedicación, llegaron para él los tiempos duros, en los que la literatura debió ser su sustento. Entonces, y a partir de 1904, escribió para vivir, y su obra se resintió por ello. Escribió, según él mismo dijo, más de 500 cuentos, pero no tuvo ya tiempo para un trabajo cuidadoso, y si bien es cierto que de ese enorme conjunto se pueden escoger muchos cuentos de excelente calidad, en su mayoría se trata de apuntes someros, del planteo de una situación y unos personajes dibujados con rápidos y esquemáticos trazos; a menudo, una simple anécdota, o un cuento de fogón.

Con todo, la obra de Viana es seria y perdurable, y en sus obras más importantes, constituye un profundo y dramático testimonio del conflictivo mundo todavía agreste de una nación que se desprende de sus orígenes y busca, entre dramáticas contradicciones su propio estilo de vida. (Julio de 1978)


Chasque en Canelones
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