El 31 de mayo de 1815 una delegación del Cabildo de Montevideo, integrada entre otros por el Cura Vicario de la Matriz, Dámaso Antonio Larrañaga, pasó por Canelones y éste dejó el siguiente relato relativo a la iglesia de la Ciudad:
"...No hay sino una sola iglesia que es la parroquial, muy pobre y como de 16 varas de largo, de la que la 3ª parte es de azotea y el resto de la dicha paja. El altar principal tiene un pequeño retablo de un malísimo gusto; el sagrario está colocado en el zócalo o pedestal (pues es una cosa indefinible) de un dorado viejísimo, todo él cubierto de talla o de un relieve confuso y tan cargado que casi no se distingue el campo; este cuerpo termina en un nicho en que está colocada la titular bajo el nombre de N. S. de Guadalupe; lo mejor de todo es la Dolorosa que hay en otro altar, de una buena escultura. Las demás efigies son indecentes y debían quemarse, principalmente un San José de la sacristía y un Crucifijo aun mucho peor. ..."